La “épica” que la mediática
internacional otorgó al ciudadano Guaidó ha rodado por la pendiente
del desprestigio a la misma velocidad que el reclamo de sus
seguidores se ha venido pudriendo. De presidente interino a
encargado, de encargado a autoproclamado, de autoproclamado a líder
de la oposición, de líder de la oposición a opositor a secas, y
seguro pronto Juancito el iluso fracasado.
El
único logro de Guaidó hasta ahora ha sido engañar a Trump, a
Rubio, a Pompeo, a Pence y a Bolton de que el poder le iba a caer en
las manos como lluvia de abril, que los militares venezolanos
temblarían en sus botas ante tanto poder amasado en la frontera para
hacer entrar la “ayuda humanitaria”, y que Nicolás Maduro
botaría tierrita y se exiliaría a Norcorea. Luego del estruendoso
fracaso, sus amos norteños le reclaman ahora su falta de triunfos en
el terreno. A pesar de sanciones, robos descarados de activos,
especulación de precios y llamados a la rebelión, su ascenso a la
presidencia esta hoy más lejos que cuando era un candidato a
diputado a la Asamblea Nacional, y se ha convertido más bien en un
hazmerreír político y referente de muchos memes y chistes.
La
estrategia del gobierno legítimo de Venezuela y de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana, de “a Guaidó ni ignorarlo para que
no se victimice”, pero a la vez usando contención y
contraataque (dentro de la estricta legalidad de la Constitución)
hacia todas las iniciativas interventoras por factores externos ha
funcionado de manera excelente, demostrando al pueblo y al mundo que
la oposición venezolana siempre puede alcanzar nuevos niveles de
incapacidad e irrelevancia.
La
estrategia de la oposición golpista (y la de la no golpista también)
falla y seguirá fallando porque nunca se bajarán de su mula de
soberbia y arrogancia, donde siempre presumen que son seres
superiores destinados a gobernar sobre unos harapientos incultos. No
conciben ni concebirán que el liderazgo individual y colectivo de la
revolución sea superior a su intelecto POR SI SOLO. Una y otra vez
imaginan otro tipo de contrincante, uno muy recortado, un hombre de
paja al que basta acercarle un fósforo para que desaparezca en
llamas. Y en ese desatino convencen y arrastran a sus patrocinadores,
con compromisos de entregarles la fortuna actual y futura del país a
cambio de unas migajitas para sus siempre ávidos buches.
El
tiempo se agota, la fecha de vencimiento se acerca. La construcción
del liderazgo fantasma de Guaidó avanza su pudrición de manera
acelerada, y ahora le entró el desespero con la “Operación
Libertad (Marca Registrada ®™, patentes
pendientes)”. Como dice @Globoterror, promete un
simulacro de marcha como preludio a un simulacro de invasión militar
que desembocará en un simulacro de salida de Maduro de Miraflores
para que él convoque un simulacro de elecciones como parte de su
simulacro de gobierno interino.
Esa
fecha inminente que luce en el horizonte, la fecha de caducidad del
yogurt piche que fermenta en la cabeza de Guaidó, es el 27 de abril.
Ese día suceden varias cosas. Venezuela recupera soberanía al salir
definitivamente de la OEA, acabando con ese antro de intervención
que el enano de Luis Almagro y los países sodomizados por Trump han
usado para agredir a Venezuela. Y como salimos legalmente y con la
cabeza en alto, incluso los países que nos adversan se negarán a
pervertir más a ese foro con la pretensión de que haya un otro
autonombrado representante (ya se hace costumbre) por nadie más.
También
ese 27 de Abril se cumplen los 90 días del “ultimatum”
proclamado con resabios coloniales por la Unión Europea sobre el
reconocimiento a Juan Guaidó y que nos conmina a (re)hacer unas
elecciones cuyo resultado incontestable obviamente no fue de su
agrado (como si eso les incumbiera). Será evidente entonces que
Nicolás Maduro no ha dejado de ser ni por un minuto el Presidente
Constitucional en ejercicio, y que el señor Guaidó ni siquiera ha
logrado ser el administrador del grupo de Whatsapp de John Bolton que
le dicta la agenda del día. Ya Alemania, España y otros países
reculan con ese apresurado “reconocimiento diplomático” por
presión de EEUU, y luego de ese día deberán recular aún más en
sus posiciones.
Es
por eso que el 20 de abril es la enésima fecha fetiche de Juan
Guaidó, la nueva y mejorada “Marcha sin Retorno (Marca
Registrada ®™, patentes pendientes)” hasta
Miraflores, con “ensayos generales” el 6 y 13 de abril, suponemos
que para reacostumbrar a sus menguantes seguidores al aroma de las
lacrimógenas y el rocío de las ballenas. Ese día, aún después de
sanciones, apagones, atentados terroristas y guarimbas diversas, el
autoproclamado no estará instalado en Miraflores. Muchos de los 50
países reconsiderarán sus posiciones, y el producto mediático
Guaidó deberá ser retirado de los anaqueles. Solo le quedará como
consuelo el recuerdo de la foto de su mujer con Trump.
Víctor
Theoktisto, Ph.D.
Prof.
Titular Universidad Simón Bolívar
Criptoverso IV